lunes, 11 de junio de 2007


Todos tenemos algun rincón al que acudir, un lugar en el que refugiarnos, un espacio para apartar de nuestro lado los problemas cotidianos, un sitio donde soñar. En el mundo de la montaña, existen rincones de diferentes clases, el esquiador suele tenerlos en su paraje habitual, donde acude regularmente durante el invierno, alguna pala que domine, en la que dar rienda suelta a su destreza con las tablas, en la que mostrar a sus amigos la pericia de sus movimientos, el escalador encuentra en alguna vía, también su particular rincón en el que evadirse, su pequeña porción de roca o hielo donde demostrar su poderio ante la naturaleza, donde planear empresas futuras, o donde moverse con elegancia y sin esfuerzos aparentes, también existen los rincones de interior, el alpinista los encuentra bajo la luz de su linterna en algún refugio apartado, estudiando el croquis de su itinerario, el profesional de la nieve tiene en su taller el rincón deseado, donde poner a punto el material de los demás como si del suyo se tratara, en definitiva, todos necesitamos de ese rincón en el que apartarnos durante un tiempo, aunque sea breve, y lo necesitamos porque los rincones los descubrimos ya en nuestra infancia, cuando construiamos pequeñas cabañas o nos sentabamos con los amigos en nuestra esquina favorita a compartir algun inocente secreto. En la montaña no sabrá vivir ni desenvolverme sin mis cuatro rincones donde dar vida a mis sueños.

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